Te veo y
quiero darte a luz de nuevo. Sólo porque me divierte sufrir, antes de que
llegues salpico restos de jabón en mis ojos para llorar un rato en tu ausencia.
Y así con los párpados hinchados busco las medidas de tus soledades,
desparramadas por tu cuarto, la cocina y el baño. Y las cuento repetidas veces
hasta echarme a reír y defecar tranquila pensando en el día en el que por fin
no te vea entrar, y desee borrar tu nombre nuevo.
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